5 de mayo de 2010

Huerta para las masas... la aventura - Capítulo 6

Una panorámica de los invernaderos artesanales

Estos días he sentido algo bien especial, nuevo. Desde que comenzamos a trasplantar los almácigos en la tierra tengo una constante sensación de preocupación. Quiero saber cómo están las plantitas, si les falta agua o si el frío las está afectando. Por ejemplo, en este preciso momento me pregunto cómo estarán con la lluvia que comienza a caer. Como le comenté a una amiga entre risas, es como si estuviera criando a una guagua. Y eso si que es divertido, porque aún no soy mamá.

Cuando volvimos el martes a la huerta nuestra alegría fue enorme al verlas. Tanto las que se encontraban a la interperie como las que estaban cubiertas por plástico, estaban firmes y, creo, más grandes. Estoy chocha...je!

Según Richard, las lechugas, cebollas, puerros y acelgas que están en el invernadero se ven más fuertes y creo que tiene razón (de los ajos no tenemos idea, porque siguen bajo tierra). Es por eso que nuevamente nos dividimos las labores y él se preocupó se seguir avanzando en la construcción de los túneles y yo en seguir trasplantando.

En esta oportunidad fue el turno de las zanahorias, cibulet y más cebollas. Llevo dos jornadas completas dedicadas a esta labor y la verdad es bastante agotadora. Los angostos pasillos -de menos de 30 cms. de ancho- que dejamos entre las camas no permiten sentarse en el suelo. Entonces no queda más que arrodillarse o ponerse en cuclillas a trasplantar. Posición fatal para mi, ya que a los cinco minutos me comienzan a doler las rodillas y espalda (región lumbar media, para ser más precisa) En consecuencia, estos días he tenido un dolor de espalda constante bastante molesto. Algún consejo?

Por su parte, Richard se ha concentrado en el diseño y la recolección de materiales para confeccionar los cuatro invernaderos tipo túnel que estamos instalando en cada cama. En primer lugar armó los arcos que hizo con ramas de árboles podados que encontró en la calle. Luego forró las ramas con retazos de tela (los mismos del cerco y que encontró botados en avenida Portugal), con el fin de que el plástico no se rompa con el roce (este hombre piensa en todo!) Y, por último, puso el plástico, que lamentablemente tuvimos que comprar.

El primer túnel no resultó tan bien como esperábamos. En teoría hacer este diseño parece más sencillo de lo que es. Pero el segundo mejoró 100%. Como podrán ver en la foto superior, la tensión del plástico no es óptima, pero tampoco la necesitamos. Porque más que un tema estético, nuestra preocupación es mantener la siembra protejida de las heladas que azotan a esta zona pre cordillerana.

Aún nos quedan dos túneles más por hacer y una cama completa por sembrar. Así que el trabajo continúa…

Las hortalizas están creciendo fuertes en los túneles


1 comentario:

Jeannette dijo...

Te felicito por el esfuerzo, que estas haciendo es un montón de trabajo, pero como tu misma lo estas comparando a ser mama, así mismo es pones toda tu energía y esfuerzo, además se pasa mucho trabajo, pero la satisfacción que se siente no tiene precio. Felicidades