Desde que opté por la indepencia profesional, esto hace ya 4 meses, el tiempo para hacer las cosas que me gustan se ha multiplicado. Y entre mis variadas preferencias, a la actividad que le he puesto más esmero ha sido a cocinar. Otra razón más para hacer esta bitácora. Junto con crear, experimentar y saborear en la cocina, junto a mi chef favorito, también he tenido tiempo para pensar. Preparar tus alimentos tiene todo un cuento. No significa sólo comer las cosas ricas que te gustan, es también ser conciente de qué y por qué comes.
Hace aproximadamente 7 años dejé de comer carne. De un día para otro y sin arrepentimientos. Pero fue recién hace un mes que la dejé por completo: ya no como pescados y mariscos. Fue una decisión que había postergado por mucho tiempo, principalmente, por razones prácticas y porque me gustaban. Sin embargo, poco a poco he descubierto que no los necesito. De hecho, la semana pasada fuimos a un japonés y sólo pedimos rolls vegetarianos y unas exquisitas sopas y salteados de verduras. Reconozco que fue un alivio: los sashimis y tempuras de salmón son un lindo recuerdo.
Lo que es parte de mi presente es esta exótica preparación de porotos negros con que nos sorprendió mi chef favorito. Estas ricas gramineas (preparadas con un sofrito de cebolla, berenjena, zapallo y aliños varios) fueron acompañadas con quinoa (el cereal madre y más completo) y una preparación de seitán (carne de soya) con choclo fresco y pimentones a la mantequilla.
Sí, es una mezcla de alimentos un poco pesada, muy cercana a la comida haitiana -fue mi comentario-, pero de una intensidad de sabor y aromas única.
Buen día...
Foto: llano
No hay comentarios.:
Publicar un comentario